Estaba de paseo por una avenida marítima, de esas que tienen muchas tiendas para guiris con imanes de lagartos, loros de peluche y licor de plátano, cuando me topé con un escaparate de bisuterías y minerales. En una esquinita estaba colgando un collar con forma de isla, casi imperceptible entre aquellos avalorios con las piedras del horóscopo y pulseras grabadas con nombres como “Samantha”, “James” o “Alisa”. Una isla colgando entre tantos souvenirs no podía ser otra que La Palma, que en aquel momento aún continuaba expulsando lava y humo mientras las instituciones y medios la “patrocinaban” como destino turístico. Entonces lo supe: ese collar tenía que entregárselo a Estrella Monterrey Viña.
Una mirada única a través de la cámara
A Estrella la conozco desde hace años. No sé exactamente cuántos. Pero lo que sí sé es que conocí antes uno de sus trabajos que a ella misma. Fue en uno de los pases que se hicieron en su momento del documental “Viudas blancas. La otra cara de la emigración canaria a Venezuela” (1), dirigido en el año 2012 por Ana Pérez, Dailo Barco y la propia Estrella Monterrey. Recuerdo lo mucho que me emocionaron los testimonios de aquellas mujeres canarias, quienes cuentan a la cámara sus historias personales y familiares. Todo ello atravesado por la posguerra en las Islas, el hambre, la miseria y la migración de los que eran sus maridos hacia Venezuela mientras ellas quedaban en La Palma esperando señales de vida que en muchos casos nunca llegaban, tirando pa’lante con una familia a su cargo y en un contexto social que las juzgaba cruelmente. Escuchando sus voces y recuerdos era como si oyera las de mi abuela y otras mujeres de mi familia, las que se fueron pallá y las que se quedaron acá, al otro lado del Atlántico. Josué H. Suárez (2020) afirma en una reseña dedicada a este documental (2) en Alegando! Magazine que:
“[Da] voz a esas mujeres e hijas que vivenciaron una realidad marcada por la pérdida y el abandono, pero también de manera singular por el patriarcado y el machismo. La incorporación al mercado laboral en condiciones precarias, la falta de derechos derivadas del hecho de ser mujer y del matrimonio, la gestión de los cuidados de las hijas e hijos, la pobreza, la relación con el entorno y otros muchos más aspectos salen a la luz de unas voces que, pese a los embates de la vida, nunca dejaron de cantar.” (H. Suárez, 2020)
Pues Estrella estaba detrás de esa cámara, prestando atención a aquellas señoras, documentando sus valiosos testimonios. Un tiempo después de ver “Viudas blancas” coincidimos en persona, creo que fue tras un acto, manifestación o algo así. Estábamos un heterogéneo grupo de personas sentadas en una terraza y ella también se encontraba presente. Entonces me acerqué con algo de timidez y la saludé para presentarme. Tenía que darle las gracias por haberme ayudado a conectar con una historia familiar que casi tenía apartada y renegada, precisamente por el dolor que caracteriza a esos recuerdos de migración. Ella se levantó como un resorte, “fuerte mujer grande” fue lo que pensé mientras sus ojos negros me miraban desde arriba, y me dijo “¿Te puedo dar un abrazo?”. Y así lo hicimos. Estuvimos hablando durante horas de nuestras respectivas vidas y trabajos, de lo que nos apasionaba, de lo que nos aburría, de lo que nos interesaba. Esa noche entendí que no solo es la cámara la que tiene la capacidad de hacer una gran película, sino la mirada que se coloca tras el visor. Y la mirada de Estrella Monterrey Viña es, sin duda, única.
Fue su mirada y su capacidad creativa la que la llevó a idear un proyecto audiovisual que ha logrado reunir a cinco autoras canarias para realizar cinco cortometrajes inspirados en la obra “El Barranco” de la escritora cubano-canaria Nivaria Tejera (3). La iniciativa, que se presentó públicamente a comienzos del 2022 y que ya se ha proyectado en varias islas del Archipiélago y pretende dar el salto a otros territorios, cuenta con el acompañamiento de la investigadora María Hernández Ojeda, experta en la vida y legado literario de Tejera. Esos cinco cortometrajes están firmados por Silvia Navarro, Violeta Gil Quintana, Macu Machín, la propia Estrella y una servidora, gracias a que me invitó a participar en el proyecto.
La Palma, tan presente en el trabajo de Estrella Monterrey Viña
Podría decir que uno de los elementos centrales en la obra de esta autora es eso que se nombra como la “mujer canaria”. Sin embargo, Estrella Monterrey es capaz de acercarse a este concepto tan manido y estereotipado desde otros lugares y perspectivas. Así es como tiene la capacidad de llegar a representar las periferias del propio concepto “mujer canaria”, precisamente atravesadas por factores y variables como la edad o la condición rural. Seguramente es su propia experiencia vital, marcada por el hecho de haber nacido en El Paso (La Palma), la que sembró en ella este gran interés por documentar y representar a esas mujeres isleñas que se quedan en las “periferias” ya sea por ser originarias de islas no capitalinas, por ser “magas” o “maúras”, o por ser mayores de cierta edad. Precisamente son ellas quienes conforman toda una memoria colectiva fundamental para entender nuestra historia como pueblo, y a las que en este archipiélago apenas se le ha prestado la atención que merecen.
Varios años más tarde, ya en 2020, volví a ver un trabajo audiovisual de Estrella Monterrey. En esta ocasión no se trataba de una co-dirección como en “Viudas blancas”, sino que era un documental dirigido y realizado por ella misma. Pude verlo porque Estrella formó parte de ese gran número de creadoras y creadores de las islas que, en los meses del confinamiento por la pandemia, liberaron sus trabajos y obras para que muchas personas pudiéramos llevar mejor el aislamiento en casa. Así fue que conocí “Cabreras” (4), un documental del año 2015 que recoge los testimonios de tres generaciones de cabreras que viven historias marcadas por el vínculo especial con las cabras, el trabajo y su relación con el entorno en la isla de La Palma.
Por otra parte, Estrella también es impulsora del proyecto Akellas (5), que está enfocado a la creación de obra audiovisual feminista y autogestionada. En el año 2019, el Cabildo de La Palma autorizó a este colectivo a grabar en varios espacios naturales de la isla el cortometraje Ingrávidas, que tenía como objetivo visibilizar el papel de la mujer palmera en la creación audiovisual. También se ha involucrado mucho con “Pimienta Selectoras”, una asociación cultural de mujeres palmeras -concretamente nacida en El Paso- que son selectoras de música y coleccionistas de vinilos. Juntas producen el Festival Akelarre, una iniciativa pionera con proyección internacional que reúne en El Paso a artistas vinileras procedentes de distintos rincones del planeta (6).
En esta última iniciativa está Pino Monterrey, familiar de Estrella. Pero no es la única Monterrey (o “Monterreina” como también se hacen llamar) que está involucrada con la cultura, lo social o la defensa de derechos en la Isla Bonita. La propia Estrella escribió en 2017 un artículo -publicado en la web del Semanario Crítico Tamaimos (7)- dedicado a siete mujeres palmeras que considera “guerreras” dado que “están conquistando esferas tradicionalmente relegadas a los hombres, rompiendo los estereotipos negativos que normalmente se le atribuyen tanto a la juventud como a las mujeres y, matizo, sobre todo contra las mujeres jóvenes en un contexto rural de isla no capitalina.” (Monterrey Viña, 2017). Y en este mismo texto Estrella no podía olvidar a su hermana Irene Monterrey Viña “o como la llaman sus amigas, ‘la defensora del pueblo’”, quien organizó las manifestaciones contra la reválida en La Palma y tiene un compromiso diario “como feminista y canaria convencida”. Vamos, que este rejo viene de familia.
Una isla de resistencia en la que sigue viva Guayafanta
En definitiva, Estrella Monterrey Viña es una creadora-investigadora que no sólo combina sus trabajos de realización audiovisual con su formación académica en Sociología, también se implica emocionalmente en todo lo que hace. Y ese es un sello personal que puede verse en toda su obra así como en las iniciativas culturales que impulsa con tanto esfuerzo. Con esfuerzo y resistencia ante las dificultades y los obstáculos que suelen aparecer.
Yo solo puedo tener palabras de agradecimiento a esta “señora”, como nos decimos cariñosamente por WhatsApp la una a la otra, por todo lo que ha hecho y lo que está haciendo actualmente para rescatar la memoria colectiva de estas Islas y representar a todas esas mujeres que de ningún otro modo hubieran sido (re)conocidas en nuestra sociedad. Para mí, Estrella Monterrey Viña es una suerte de reencarnación de la indígena awarita Guayafanta. Y sé que no soy la única persona que se lo ha dicho, porque ambas -tal y como se describe a Guayafanta en las crónicas-, son grandes y robustas como dos riscos. Yo en cambio, veo esa similitud en su carácter, porque una no se negó a agachar la cabeza ante los colonos europeos y peleó cuerpo a cuerpo frente a ellos hasta su fin; la otra porque en su interior late un enorme deseo por transformar y defender la tierra y el pueblo al que tanto ama. Por eso tuve que entregarle aquel collar con la forma de su isla natal: porque Estrella Monterrey Viña resiste, resiste a diario, como lo hizo Guayafanta en el siglo XV, como lo hizo toda La Palma tras la erupción de hace unos meses.
Bibliografía
- (1) El documental “Viudas blancas. La otra cara de la emigración canaria a Venezuela” (2012).
- (2) H. Suárez, Josué (9-4-2020) “Viudas blancas de Ana Pérez, Dailo Barco y Estrella Monterrey”. Reseñas de películas canarias. Alegando Magazine.
- (3) La Provincia. (19-01-2022). “Cinco cineastas redescubren ‘El Barranco’ de la autora Nivaria Tejera”.
- (4) El documental “Cabreras” (2015) de Estrella Monterrey Viña.
- (5) Página de Facebook del colectivo “Akellas”.
- (6) Vive El Paso (13-09-2020) “Pimienta Selectoras: ‘Reivindicamos la visbilidad de la mujer en la cultura del vinilo’”.
- (7) Monterrey Viña, Estrella (08-09-2017). “Las chicas son guerreras”. Semanario Crítico Tamaimos.
- (8) Perfil de Instagram de “Islas de Resistencia”.